“De vez en cuando veo en mi estantería algún disco que
escuchaba cuando era joven y me avergüenzo”. ¿De verdad? He oído y leído eso
varias veces en poco tiempo. ¿Os ha sucedido? ¿Avergonzaros de la música que escuchabais?
No sé, se me hace raro. Me hace gracia el moderno que escucha sólo música
indie, mirándote por encima del hombro como si fuera el ariete de la vanguardia
cultural, con lo que quiera significar eso. La misma gracia que me hace el
heavy que tiene en sus altares a los Judas y te enviará al infierno si no
adoras a los dioses del metal. En fin,
que me lío.
He oído a varias personas decir lo de avergonzarse de sus
gustos musicales de antaño. Personas, algunas, por las que tengo respeto y las
creía con buen criterio. Pero resulta que no, que el punk de La Polla, el rap
de Doble V o el nu metal de Korn son música de instituto. Pongo estos ejemplos
como podría poner cualquier otro. Tal vez estoy equivocado, pero creo que quien
dice eso, normalmente, no ha entendido de qué va la música. O cualquier
disciplina artística. Recuerdos, sentimientos, estados de ánimo. No, no me
avergüenzo ni por asomo de haber escuchado música “bakalao”, techno o house. No
me escondo al decir que me gustan Los Chichos, Peret o casi cualquier
intérprete de rumba catalana. Y Los Planetas. Y Manu Chao. No me avergüenzo,
todo lo que he escuchado por gusto ha significado algo. ¿El qué? Pues mayormente
tonterías para el resto de los mortales, como el primer porro, el primer beso o
las noches de fiesta interminables con los colegas del barrio.
“Yo es que escucho jazz”. Joder, enhorabuena. Y yo, y no voy
haciendo proselitismo. Y escucho a Camarón, Morente y El Pescaílla. Cantantes y
autores que hasta no hace tanto eran garrulos según cánones “modernos”. “Este
grupo techno…” no hace más que copiar (indisimuladamente además) a Chimo Bayo o
Kike Jaén, o a cualquier DJ noventero denostado hasta hace cuatro días por la
mal llamada “Ruta del Bakalao” (otro día volveremos sobre esto). A lo que me
refiero es a las modas, a las tendencias y creadores de ellas. Todos somos más
o menos permeables a estas modas, pero lo de un tiempo a esta parte es digno de
estudio. Ojo con decir que ibas a Rockola, ACTV o Puzzle (hablo de Valencia, sí).
Ya eras un drogadicto, descerebrado y nacional-pastillero. Ahora veo que se
vuelve a llevar esa “cultura de club”. Bienvenida sea, pero, ¡oh! de la mano de
los que dictan lo que se lleva. Proselitismo musical, por parte de los mismos
que miraban con prepotencia a los que se ponían morados con drogas de colorines
(y ellos en raves, pero se lo callan). Ahora son ellos los que con la mandíbula
desencajada te invitan a pasar a sus clubes para escuchar la mejor y más
exclusiva música. No sé, tal vez sean ganas de llamar la atención.
Hablo del techno, como podría hablar del flamenco, el rock,
el bluegrass o el hip-hop. Música que nace de los estratos más bajos de la
sociedad, del pueblo, de los pobres. Gritos contra la opresión, contra la
miseria, para divertimento de estas clases bajas, método de abstracción de la vida
perra (perdón). Música atacada por los biempensantes desde hace décadas, por
ser música “de negros”, “de gitanos”, o “de blancos, pero pobres”. Música ridiculizada,
no ya por su calidad (discutible, como todo), sino por el significado y la
representatividad que tiene en ciertos sectores de la población. Pues bien, a
mi parecer, todo esto de ridiculizar a según qué estilo de música responde a querer
quitar ese significado a la misma, podar las ramas del árbol agreste hasta que
queda un bonito bonsái listo para el consumo del “ciudadano medio” (perdón, de
nuevo). En fin, quita un par de crestas y de guitarrazos y te quedará un bonito
grupo con camisetas de Ramones como (pon
aquí la banda de punk-pop que más te guste) listo para sonar en radiofórmulas.
Se han puesto de moda barbas y caras imberbes; ropa ancha y
estrecha; cuerpo completamente depilado y peludo como un oso; leer a Auster o a
Bukowski. Espero con ansia que se ponga de moda de nuevo el chándal de táctel y
todos esos creadores de tendencias se enganchen a la heroína y se vayan a cagar
de una puta vez (perdón, perdón, perdón).
Mientras escribía esta tontería ha sonado Los Enemigos, Ilegales,
SFDK, Gatillazo, Los Chikos del Maíz e, incluso, una de Camela. :D