jueves, 13 de noviembre de 2014

Paracaídas



Tengo amigos, te pueden librar
de caer al mar.
Tengo amigos, te pueden librar
de soñar al sol.

Sí, tengo amigos
que nadie me presentó,
que sacan fuerzas
de donde ahora las estoy sacando yo.

Tengo problemas, te pueden librar
de sentirte en paz.
Tengo problemas, te pueden librar
de tocar la luz.

Tengo problemas
que nadie me planteó.
No te los presto,
si fueran para ti no estaba aquí yo.

Josele Santiago, Los Enemigos.

Pues sí, tengo todo eso y mucho más. Una novia y una familia que me quiere y a los que adoro. Un trabajo (o lo poco que me quede en él) que me permite ciertos vicios y lujos, vivir, mal que bien.  Pero este post iba sobre otra cosa. Iba sobre el último artículo que escribió mi compañero de blog y muchas cosas más @JoaquinCanto http://solopormolestaros.blogspot.com.es/2014/11/la-hazana.html . En él se preguntaba qué clase de mundo estúpido habíamos creado en el que necesitábamos de la adrenalina para vivir.

Pero vuelvo a lo que tengo. Tengo una madre despedida y prejubilada injustamente, que ahora cobra bastante menos de pensión por obra y gracia de los dueños de unos grandes almacenes; tengo unos cuantos amigos, por no decir todos, que tienen a uno de sus progenitores jodido por una enfermedad grave, que han pasado penurias debido a eso y a la cada vez más escasa cobertura sanitaria, haciendo malabares para llegar a fin de mes y esperando (es un decir) la “ley de dependencia”; tengo familiares que llevan un lustro en paro, haciendo una chapuza, pintando una casa o trabajando en negro en empresas donde les prometen un contrato a tiempo parcial que no llega; tengo colegas que han perdido a un hermano o están a punto de perderlo por un puto cáncer; conozco a un par que ya han hecho una dación en pago de su piso debido a todo lo anterior. Problemas con el alcohol, las drogas y los antidepresivos. Paro atávico, comedores sociales y bancos de alimentos. Todo eso tengo a mi alrededor. Puedo sentirme afortunado de vivir en casa de mis padres, sin muchas cargas excepto las facturas que todo el mundo tiene, con un trabajo (precario, asqueroso) y una conexión a internet para contaros todo esto.

Eres adicto a la adrenalina, la necesitas. Ven, cuéntame más. Háblame de la velocidad, de cómo te sientes cuando te tiras de un puente con una cuerda o cuando bajas un río en un kayak. Que lo que se siente tirándote desde la última atracción del parque temático no lo iguala ni la mejor droga sintética. Me encanta saber que hacer escalada es tu nueva manera de sentirte vivo, que subir a lo más alto en una avioneta para tirarte con un paracaídas es lo mejor que has hecho en (con) tu vida. Paracaídas es lo que necesito, lo que le hace falta a todos los arriba citados, porque la leche que nos vamos a dar es de las que hacen historia.

No te critico (bueno, sí), yo siempre he sido un miedoso. La noria de la feria es lo máximo a lo que aspiro. Lo siento, pero no. No comulgo con los llamados deportes de riesgo. Me parece fenomenal que te quieras jugar la vida por la experiencia del subidón de adrenalina. Prueba a vivir como yo lo hago. Como lo hacen mis amigos, familiares y vecinos. No te digo que vivas como decía mi compañero Joaquín, como se vive en Palestina o Sierra Leona. Date una vuelta por tu ciudad, por un barrio obrero, donde también hay hambre y violencia. Verás qué subidón te entra el día 10 de cada mes cuando te ingresan 400 euros (si hay suerte) del subsidio o del paro. Adrenalina y emoción a raudales cuando te das cuenta de que no tienes casi ni para pagar  la luz ni el agua. Es la rehostia cuando decides pasar un poco de frío porque lo que cuesta calentar tu casa es la comida de una semana. ¿Y qué me dices de lo de quedarte en la calle, literalmente, porque llevas un par de meses sin pagar la hipoteca?

No sé lo que es la adrenalina, lo siento. Desgraciadamente sí  sé lo que son las incertidumbres, los nudos en el estómago y en la garganta, de los que no te dejan casi ni respirar a cada momento del día. Supongo que se parecerán mucho a cuando te tiras al mar a bucear un ratito para nadar entre tiburones. 


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