lunes, 8 de septiembre de 2014

EL LADO OSCURO DE LA OBEDIENCIA



Durante los años 60, el psicólogo Stanley Milgram, tras estudiar los juicios de Núremberg y el juicio a Adolf Eichmann, decidió realizar un experimento psico-social  para llegar a alguna conclusión del por qué el ser humano era capaz de cometer atrocidades por el simple hecho de recibir órdenes.
Poniéndonos en situación, Eichmann fue condenado a muerte en el juicio celebrado en Jerusalén en 1960 por crímenes contra la Humanidad. Él era el encargado de desarrollar toda la logística del Holocausto, el brazo ejecutor de la Solución Final. Eichmann no entendía el por qué de su condena a muerte, ni por qué era tan odiado en todo Israel, él argumentaba que tan sólo recibía órdenes y se limitaba a cumplirlas; en su diario escribió: “las órdenes eran lo más importante de mi  vida y tenía que obedecerlas sin discusión”. Los estudios psiquiátricos sobre Eichmann declararon su perfecta salud mental y una vida familiar de lo más normal.
 Es decir, si Eichmann era una persona normal, que según él no tenía nada en contra de los judíos (cosa que particularmente pongo en duda), la pregunta era ¿Por qué había participado de forma tan activa en el Holocausto? ¿Todo se debía a la llamada obediencia que tanto nombraba Eichmann?; Milgram se sintió intrigado por todo esto, y al año siguiente realizó un experimento en la Universidad de Yale para saber hasta qué punto una persona era capaz de hacer daño a otra por el simple hecho de recibir una orden.
La idea del experimento empezó a tomar forma cuando Milgram puso un anuncio en el periódico donde pedía voluntarios para un estudio relacionado con la memoria y el aprendizaje. Los participantes fueron 40 hombres comprendidos entre 20 y 50 años, con y sin estudios superiores.
El procedimiento era el siguiente, Milgram explica a un participante y a un cómplice (el participante cree que es otro igual que él, no sabe que se trata de un cómplice), que van a probar los efectos del castigo en el aprendizaje.
Les dice que el objetivo es comprobar cuánto castigo es necesario para aprender mejor, uno hará de alumno y el otro de maestro. Esta elección se hace mediante un sorteo, un sorteo que esta amañado para que siempre le toque el papel de maestro al participante, y el del alumno al cómplice.
El experimento consiste en que el alumno debe aprenderse una serie de listas de palabras que van asociadas, para cuando el maestro diga una palabra el alumno tiene que recordar que palabra le va asociada y decirla, si falla, el maestro le dará una descarga. Para llevar a cabo el experimento el alumno es atado a una especie de silla eléctrica y se le conectan unos electrodos al cuerpo. Se les dice que el experimento será grabado para que luego no puedan negar lo ocurrido.

V es el investigador
L es el maestro
S es el alumno (complice)

Al principio del experimento el maestro recibe una descarga real de 45 voltios, para así conocer el daño que recibirá el alumno. Posteriormente se le dice al maestro que debe comenzar a administrar descargas eléctricas al alumno a medida que éste cometa algún error, aumentando el voltaje de la descarga cada vez que se vaya desarrollando la prueba y vaya cometiendo errores. El generador tenía 30 interruptores, marcados desde 15 voltios hasta 450 (descarga casi mortal).
El alumno da constantemente respuestas erróneas adrede, y por cada error el maestro debía de darle una descarga; cuando se negaba a hacerlo se dirigía al investigador y éste le daba instrucciones, que podían ser 4 procedimientos:
a)      Procedimiento 1: por favor, continúe
b)      Procedimiento 2: el experimento requiere que continúe
c)      Procedimiento 3: absolutamente esencial que continúe
d)     Procedimiento 4: no tiene otra alternativa, debe continuar
Si después de esta fase el maestro se negaba a continuar, se paralizaba el experimento; si no, el experimento se detenía después de aplicarle 3 veces seguidas la máxima descarga de 450 voltios
El maestro cree que está dando descargas al alumno cuando en realidad todo es una simulación. El alumno ha sido previamente aleccionado por el investigador para que vaya simulando los efectos de las sucesivas descargas y ver así como reacciona el maestro ante los efectos que le provocan las descargas al alumno.
Antes de realizar el experimento, se le pregunto a diferente gente, entre ellos psicólogos, que es lo que pasaría. Todos pensaban que solamente algunos sádicos aplicarían el máximo voltaje, pero los resultados que arrojaron el experimento fueron sorprendentes: el 65% de los maestros castigaron a sus alumnos con el máximo de 450 voltios, y ninguno de los maestros se negó rotundamente a dar menos de 300 voltios.
De todos modos, el comportamiento del maestro no era lineal, es decir, durante el experimento se apreció que cuando llegaban a las descargas de 75 voltios, algunos se ponían nerviosos ante las quejas de los alumnos, asaltándole las dudas y el deseo de parar el experimento, pero la férrea autoridad del investigador les hacía continuar. A los 130 voltios, muchos paraban y preguntaban cuál era la finalidad del experimento, e incluso comenzaba a aflorarles la idea de que no se hacían responsables de las consecuencias. Lo más curioso fue que a algunos de los maestros les entraba una especia de risa nerviosa al escuchar los gritos de dolor provenientes de su alumno.
El impacto que tuvo experimento en la comunidad científica fue bestial, los resultados venían a decir que los seres humanos ante la orden de una figura con un poco de autoridad, son capaces de actuar con crueldad y desprecio por la vida.

Algunos científicos calificaron el experimento de inmoral y poco ético, incluso diferentes corrientes de pensamiento ven los resultados simplistas, ya que no se tienen en cuenta todas las variantes posibles para un estudio, pero…ahí están los resultados.

Coronel Mortimer

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